Sectorización del Centro de Día.
Otra Vida
Érase una vez, tantas vidas llenas de vida, deseos, trabajo, esfuerzo, metas, encuentros, sensaciones, experiencias, sentimientos…, vidas en un lugar que ya se quedaba pequeño para tantas ganas de querer avanzar, aprender y sobre todo descubrir lo que aún nos faltaba por poner en marcha. Teníamos tantas ilusiones, además de problemas con soluciones para abordar, tanta vida por dirigir y además tantos proyectos…, pero llegó un día, que lo paralizó todo.
Hace más de un año que comenzó esta pesadilla y aún no me puedo creer que lo cambiara todo y de que manera!!!!
Pero la vida continua y así fue. Aquella sensación de vida se transformó el día en que el recorrido a mi puesto de trabajo cambió radicalmente, aquella rutina establecida tantos y tantos años cambió de la noche a la mañana.
Aquella ventana abierta a todos, ya no existía. Había unas vallas separando el patio y el centro ocupacional, unas cadenas cerrando los pasillos y unos cordones ajustando el espacio del comedor, unas flechas indicaban la dirección que tenía que seguir, espacios cerrados, distancias marcadas, pero también imágenes, situaciones y muchas vivencias que pasaban al recuerdo de mi memoria que seguían latiendo.
Cuatro espacios marcaban los grupos de convivencia establecidos que no podíamos sobrepasar, con cuatro colores elegidos que nos diferenciaban, separaban y estructuraban para todo, el rosa, azul, morado y negro …..y lo más duro, entender que no podía ver ni estar con las personas con las que había compartido tanto durante tantos años. Ver las caras de todas y cada una de las personas que quiero no podía ser porque un virus limitó mis pasos, y la expresión de mi cara.
El centro estaba sectorizado para continuar su actividad, porque tenía que ser así para protegernos y cuidarnos. Había que cumplir todas las normas, protocolos y directrices necesarias que se indicaban.
Vernos a través de las ventanas o una pantalla de ordenador o móvil, o de lejos en los pasillos, a través de la valla o en el tiempo de comedor eran y siguen siendo las oportunidades que tenemos para cruzar miradas y palabras por que se acabaron los abrazos, los besos, los gestos y la expresión de sentimientos que hemos tenido que transformar y adaptar para no perder todo lo que habíamos construido, y que ahora son nuevas experiencias, situaciones, deseos, aprendizajes e ilusiones que todos compartimos.
Nuestro trabajo ha dado un giro de 360 grados siempre buscando lo positivo y con lo que estamos aprendiendo y mejorando, sobre todo para una atención más individualizada, con la búsqueda de oportunidades para todos, y seguir descubriendo habilidades, fortalezas y capacidades de todas y cada una de las personas, detectar y adoptar mejores recursos y conocernos aún más y mejor.
La sectorización nos ha enseñado a generar otros lazos de comunicación, otra forma de organizarnos y adaptarnos a realidades que antes no veíamos, otra forma de mirar, de ver y sentir a las personas y así poder seguir el camino y la actitud que nunca hemos perdido.
La sensación de vida de la que hablaba al principio sigue siendo VIDA, otra vida.